domingo, noviembre 13, 2005

INTELIGENCIA EMOCIONAL Y EL AGUA

Igor Vasilievich Petrianov, un científico de la ex Unión Soviética escribió en 1975 un libro titulado “La sustancia más extraordinaria en el mundo” en el cual explica qué es el agua, sus propiedades y su ubicuidad en el Universo. Más allá de la cantidad de datos súper técnicos y de su lenguaje de cifras y fórmulas (según él “el lenguaje más maravilloso”) los cuales posibilitan comprender el por qué de la existencia de cientos de diferentes clases de aguas y otros asuntos interesantes sobre la misma, lo que realmente nos atañe en este tip sobre Inteligencia Emocional, es conocer un efecto en el agua el cual permite formular la siguiente pregunta: ¿cómo “sabe” el agua lo que ocurre en el cosmos?

Literalmente escribió Petrianov ... Esta pregunta toca un dominio de observaciones extraordinarias, misteriosas, y hasta hoy día absolutamente incompresibles. Los hechos experimentales, al parecer, se han establecido firmemente, pero para ellos ahora no se ha hallado explicación. Los resultados de la elaboración estadística de los materiales de estas observaciones llevaron a los científicos a una sorprendente conclusión: resultó que la dependencia de la velocidad de la reacción del tiempo (en la velocidad de las reacciones químicas acuosas en un mismo momento de tiempo universal dado) es absolutamente igual en las distintas partes de la esfera terrestre.

Esto significa que existen algunas condiciones misteriosas que varían en un mismo instante en nuestro planeta y que influyen en las propiedades del agua. La elaboración ulterior de los materiales llevó a los científicos a una deducción aún más inesperada. Resultó que los sucesos que tienen lugar en el sol influyen de alguna manera en el agua. El carácter de la reacción en el agua sigue el ritmo de la actividad solar, la aparición de manchas y ráfagas en el sol (sin el consabido retardo de los ocho segundos que invierte “una” luz desde el sol hasta la tierra)

Pero esto es poco. Se descubrió un fenómeno aún inverosímil. El agua, de algún modo inexplicable, responde a lo que sucede en el cosmos. Fue establecida la dependencia exacta de la variación de la velocidad relativa de la tierra en su movimiento en el espacio cósmico. [ De ahí el planteamiento en la pregunta]

Nadie puede por ahora saber la importancia de todo esto. En nuestro cuerpo hay cerca de un 75% de agua, en nuestro planeta no existe vida sin agua, en cada organismo vivo, en cada una de sus células transcurren innumerables reacciones químicas que se realizan en la fase acuosa del medio. Seguramente será muy importante e interesante la ciencia del futuro, la cosmobiología. Una de sus partes principales será el estudio del comportamiento y de las propiedades del agua en el organismo vivo.

Ahora, usted se estará preguntando, y ¿que tiene que ver todo esto con Inteligencia Emocional o IE?. Pues bien, un medio pedagógico que estamos implementando en nuestras capacitaciones actuales consiste en un documental científico sobre física cuántica que versa en un 60% sobre los recursos humanos de la Inteligencia Emocional (
ver ) y en el cual el tema del agua vuelve a ser planteado como si se tratara de la continuación, casi treinta años después, de los comentarios de Petrianov.

Se refiere a una investigación de Masaru Emoto de Japón la cual él expone a todo público como una muestra fotográfica sobre fotos ampliadas de ultramicroscopio acerca de los diversos estados moleculares que puede asumir un mismo agua bajo efectos no físicos ni químicos sino inducidos por medio de la intencionalidad humana.

Emoto se interesó en la estructura molecular del agua y lo que la afecta dado que él plantea que este el elemento de la naturaleza más receptivo de entre la tierra, el aire y el fuego. Así estableció una serie de estudios aplicando estímulos mentales a muestras de un mismo agua destilada o de dique, algunas de las cuales luego de fotografiarlas las hace bendecir o les pega en los recipientes que las contienen, etiquetas con frases impresas sobre intenciones humanas como esencia de mí misma, energía de amor, gracias, te odio, te mataré, etc.

Emoto habla del pensamiento o intención como la fuerza impulsora en todo esto, agregando que la ciencia de cómo la intención afecta las moléculas es desconocida, y relaciona los resultados de sus investigaciones nuevamente con el gran porcentaje acuoso de nuestra constitución física, y a su vez con nuestra propia facultad o poder de ejercer efectos intencionales sobre nosotros mismos y otros a través de nuestros propios pensamientos. Algo que se conoce en Inteligencia Emocional como resonancia límbica o de circuito abierto y que enfoca especialmente en la capacidad que tienen muchas personas en relación a su talento para liderar (y de la cuestión de si se nace con el mismo o este se puede generar a través de entrenamiento)

La relación pensamiento cuerpo científicamente ya hace mucho tiempo que ha sido investigada pero obviamente hasta los límites que posibilitan los recursos técnicos e instrumentales con los que cuenta la ciencia actualmente. Por ejemplo, se obtienen seriadamente muestras de sangre, registros EEG, tomografías especiales e imagenología por resonancia magnética funcional a un mismo hombre al cual se le pide que exclusivamente a través de su pensamiento se excite hasta lograr la erección. Los resultados de todos los cambios corporales a nivel de ondas corticales, activación de núcleos cerebrales profundos, concentración hormonal, frecuencia cardiaca, presión sanguínea, etc., etc., se encuentran bien documentados; pero cómo y qué sucede entre la intención del sujeto y los efectos concretos que se registran en su cuerpo es algo que hace parte de la compleja dimensión ignota a la que la actual ciencia aún no logra acceder.

En esta lista, e incluso en nuestro sitio web desde que este se encuentra en línea, hacemos mención de nuevas concepciones como la cronobiología, la cronopsicología, la cosmobiología, la sincronicidad, la resonancia mórfica, la misma física cuántica, todas las cuales son las nuevas expresiones científicas que intentan encontrar solución a nuestras tradicionales incógnitas humanas aún convencionalmente inexplicadas, y no solo aquellas que tratan sobre nuestros fenómenos intrínsecos como el despliegue energético de la inteligencia emocional a través de los recursos humanos endógenos, sino en el mismo sentido, de la relación íntima entre nosotros y nuestro medio ambiente, el planeta y el propio cosmos.

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